IHERING, RUDOLPH VON
Plantea y defiende el insigne romanista la tesis del Derecho como constante lucha. Tanto en la esfera individual como en la social el mantenimiento del Derecho frente a toda injusticia requiere por parte del individuo y de la totalidad del cuerpo social un incesante batallar.
El concepto de lucha se convierte así en algo esencialmente inherente al Derecho; pero al no concebirse derecho sin lucha, surge en muchas ocasiones la difícil alternativa: o sacrificar el derecho en aras de la paz o sacrificar la paz para mantener el derecho. El interés particular del individuo le obliga a enfrentarse a quienes pretenden desconocer su derecho; el interés social del Estado por el mantenimiento del orden legal le conduce a una continua intransigencia frente a las que considera diversas formas de anarquía.
Advierte el autor de la monumental obra «El espíritu del Derecho Romano», que toda renovación del ordenamiento jurídico lleva inevitablemente a la contienda entre quienes defienden el Derecho vigente y los que intentan substituirlo por otro que consideren más justo; cuanto más haya costado a los primeros conseguir su Derecho tanto más se esforzarán por mantenerlo.
Postula una gradación en la lucha por el Derecho que desde la defensa de un interés particular y concreto alcanza la idea abstracta del Derecho frente a toda arbitrariedad, y concluye recordando que si bien es cierta la sentencia «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», no lo es menos que «Solamente luchando alcanzarás tu derecho».
El extenso y clarividente prólogo de «Clarín» y la excelente traducción y nota introductoria de quien fue prestigioso Catedrático de Derecho Político, así como la lúcida presentación de Luis Díez-Picazo, destacan la plena vigencia de la obra en el contexto de la vida jurídica española, muy particularmente la de las épocas de transición y cambio.