ORTEGA HERREROS, ENRIQUE
Toda la nostalgia, la tristeza e incluso la melancolía que conlleva el atardecer, se ven compensadas por la alegría del recuerdo, del reencuentro, del compartir, de la esperanza, de la ilusión o de la fantasía de cada cual; que todo vale para defenderse, para seguir el camino. El autor hace acopio de aproximaciones, elucubraciones y conjeturas filosóficas, así como de licencias literarias para construir la urdimbre que sostiene el tema central del libro: es en la amistad, una forma sublime del apego afectivo (del amor, si se quiere), donde se encuentra el mayor sentido de la vida humana, de su futuro y de su libertad. Es así como el protagonista de esta historia se siente realizado, transportado, liberado, al fin, de sus cadenas. El relato de esta obra tiene mucho de retorno a las raíces, al pueblo, como continente primero y primordial, tratando de rescatar de él lo auténtico para iluminarlo y propagarlo después con la ayuda inestimable de la imaginación, que todo lo puede.