BUSMAYOR, CARMEN
Aunque el tiempo haya cubierto de polvo los recuerdos de infancia, los viajes de Carmen siguen siendo necesarios. Quizá ahora impulsados por otras exigencias, pero tan imprescindibles como el primero.
A veces son viajes guiados por el mapa de la literatura, cuya distancia no se mide en kilómetros sino en páginas leídas con ávida devoción. Viajes para escuchar a poetas vivos como Seamus Heaney en el Niemeyer de Avilés o para hablar con poetas muertos como Tsvetáyeva o Mayakovski, en una Rusia de cielos cargados de presagios, donde el turista no transita por el circuito de la pobreza.
Otras es la amistad la que impulsa el viaje. Y se detiene a recordar a amigos con los que tanto quisimos.
Y en todos tiene Carmen la misma mirada hacia los desheredados de la tierra, a los niños atrapados por la sentencia implacable de la avaricia, a las víctimas que sufren la condena de un poder sin ojos, a las mujeres que sostienen las columnas de la vida en comunidades condenadas a muerte.
Miguel Á. Varela