BUENO DE MATA, FEDERICO
Una de las mayores satisfacciones que nos da esta Universidad de nuestros desvelos es ver cómo el trabajo cotidiano consigue plantar la valiente inquietud investigadora en las mentes privilegiadas de algunos de nuestros estudiantes. Satisfacción agridulce en los tiempos que corren, pues uno sabe que eso es condenarlos a los sinsabores de la incertidumbre y, con un mucho de suerte, a una larga carrera de obstáculos en la que sólo el mayor de los entusiasmos puede servir como inseguro combustible para llegar a una meta más o menos escuálida.
Muy lejos están los tiempos, casi soñados, en que había que apresurarse para defender las Tesis doctorales, ya que había plazas vacantes que cubrir y los plazos acuciaban. La proliferación de nuevas Universidades ?la verdad es que no siempre justificada? y un cierto optimismo financiero, tuvieron ese efecto positivo en quienes en su día estábamos en la etapa de formación como flamantes aprendices de profesores universitarios. Desde entonces, con una miopía impropia de un país que pretende ser desarrollado, se ha ahuyentado a muchos de los buenos alumnos que podían haber engrandecido nuestros seminarios y nuestras aulas. Menos mal que no a todos.