RIBOTTA SILVINA
El Estado Social sigue en crisis. Ha empezado a estar en crisis desde quizá el momento mismo en que, paradójicamente, gozaba de legitimidad. El Estado de la justicia social ha nacido cuestionado (e impugnado) por aquellos sectores del derecho, de la economía y de la política que flamean hipócritamente la bandera del Estado mínimo. Vivimos en un escenario mundial de profundización de un capitalismo salvaje, insostenible y suicida, y de una imparable deslegitimación de la clase política y de la democracia, sumado a altas tasas de corrupción política y financiera, nacional e internacional, y enormes dosis de cinismo generalizado desde los grandes organismos financieros internacionales e incluso de algunos que pregonan la supuesta defensa de los derechos humanos. A la vez, surgen nuevos actores sociales en este teatro social mundial de autoritarismo político, de conservadurismo moral, recortes y violaciones de derechos humanos sociales, económicos y culturales, pero también de derechos individuales, civiles y políticos.