LÓPEZ SANTOS, MIRIAM
La novela gótica es algo más -como afirmara André Breton- que un sueño
sadomasoquista concebido por las mentes irracionales, pero el hecho de que en
España la Ilustración fuera insuficiente, debido al peso de la Iglesia, no logró acabar
con las creencias supersticiosas de la población.
Nuestro siglo Ilustrado se hallaba aún envuelto en grandes dosis de misterio y
costumbres ancestrales que dificultaban, muy a pesar de estas mentes ilustradas, el
control y la organización tecno-política del mundo. Toda esa tradición y gusto por
lo macabro en forma de monstruos, diablos, brujas... ayudó a asentar el gótico en la
España del XIX, escenario de tramas góticas, donde aún seguía vigente la Inquisición.
A resultas de este ambiente de oscurantismo en España, la ficción gótica comienza
a ser entendida entonces como un peligroso instrumento de penetración de ideas
subversivas contrarias a la norma y, como tal, es examinada por los censores, que
insisten constantemente en la necesidad de que esta sea perseguida y, por lo mismo,
censurada y prohibida.