SEAN MCMEEKIN
La Segunda Guerra Mundial perdura en la imaginación popular como la lucha heroica entre el bien y el mal, con el villano Hitler como máximo impulsor de la guerra. Pero este no estaba en el poder cuando el conflicto estalló en Asia, y había muerto antes de que terminara. Su ejército no luchó en múltiples escenarios, su imperio no abarcó el continente euroasiático, y no heredó ningún botín de guerra. El papel principal lo desempeñó Josef Stalin. La Segunda Guerra Mundial no fue la guerra de Hitler; fue la guerra de Stalin. Basándose en nuevas y ambiciosas investigaciones de archivos soviéticos, europeos y estadounidenses, La guerra de Stalin revoluciona nuestra comprensión de este conflicto global trasladando su epicentro hacia el este. La ambición genocida de Hitler pudo ayudar a desatar el Armagedon, pero como muestra McMeekin, la guerra que surgió en septiembre de 1939 no fue lo que quería Hitler, sino Stalin. Desde esta perspectiva podemos entender que el conflicto del Pacífico de 1941 a 1945, cumplió con el objetivo de Stalin de desatar una guerra devastadora de desgaste entre Japón y las potencias capita