IGLESIAS MARTÍN, VENANCIO
Tras la locura de la brutal guerra civil española, el odio, como un insecto devorador, se quedó en la médula misma de la sociedad y las instituciones sobre las que la sociedad tiene su apoyo y fundamento.
Eliminar los últimos restos de la resistencia guerrillera fue una tarea complicada pero minuciosamente llevada a cabo por un Régimen amenazado por fuerzas interiores y exteriores.
En la encrucijada moral de aquellos tiempos, un cura de aldea, un hombre justo, vive su fe cristiana hecha, más que nada, de caridad con todos, pero especialmente con los más débiles. Aunque alejado de banderías políticas, pagará cara su actitud.
La vida de don Gelasio en una aldea leonesa perdida en la montaña sería así un episodio más de esa gran novela más amplia, no escrita, y titulada : «Un hombre debe morir».
Lejos de la zozobra del existencialismo cristiano, a lo Marcel, lejos de espiritualismo intelectual, el párroco vive una fe sencilla en contacto familiar con el Cristo colgado de su cruz.