ERICE, JUANA
Hay algunas personas cuyo trabajo les obliga a dar malas noticias en forma bastante habitual. Podría tratarse de un directivo de recursos humano que afronta el despido de una persona de su equipo, un médico que tiene que trasladar un mal diagnóstico, un psicólogo o un policía que tiene que comunicar un accidente, un seleccionador que no selecciona a un deportista, un abogado que pierde un recurso.
Más allá de ellos, lamentablemente en un momento u otro, todos vamos a tener que comunicar alguna mala noticia a alguien, ya sea una persona que tiene que comunicar una ruptura a su pareja, un amigo que tiene que dar una mala noticia a otro.
Hay infinidad de posibilidades y no es lo mismo comunicar esa mala noticia bien, que hacerlo mal. Tanto quien la da como quien la recibe pueden salir hundíos del procedimiento o fortalecidos a pesar de lo grave o cruda que esa noticia pueda ser.
En este breve texto, la autora nos enseña un sencillo proceso de solo tres fases para poder comunicar cualquier mala noticia e intentar que ambas partes salgan fortalecidas luego de ello.