ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, MARGARITA
Los omañeses están de enhorabuena, pues esta obra que tengo el gusto de prologar ahora les está dedicada para que sigan transmitiendo a las nuevas generaciones todo este tesoro lingüístico.
También los dialectólogos estamos de enhorabuena, pues el estudio de Margarita Álvarez Rodríguez es el primero importante, serio y riguroso que se realiza sobre el habla de la Omaña Baja, zona que incluye los pueblos de Valdesamario, Paladín, La Utrera, Ponjos y Murias de Ponjos. La autora recoge además las características lingüísticas de algunos pueblos de municipios colindantes: Riello, Soto y Amío y Las Omañas, entre otros.
Hasta hoy no existía el menor trabajo dialectal sobre este rincón del noroeste de la provincia de León. Y, sin embargo, se halla situado no lejos de otras comarcas que sí han recibido una profunda atención lingüística. Estoy pensando, en primer lugar, en los artículos ya antiguos de C. Morán sobre el concejo de La Lomba o en los de F. Rubio Álvarez, sobre el Valle Gordo; en los estudios de R. González-Quevedo sobre Palacios del Sil, así como en los poemas de su madre, Eva González; en el magnífico trabajo de M.C. Pérez Gago sobre la comarca de Luna y, sobre todo, en la proliferación de estudios sobre las comarcas de Babia y Laciana: los ya muy conocidos desde hace tiempo de Guzmán Álvarez, Melchor Rodríguez Cosmen, Julio Álvarez Rubio, o los más recientes de Ana Villar o Manuel Gancedo Fernández; los trabajos de M.T. Llamazares centrados en la toponimia de Orallo, Caboalles de Arriba y Caboalles de Abajo. Tampoco podemos olvidar las dos novelas de L.M. Díez: Relato de Babia y La fuente de la edad, cuya acción transcurre en esta zona noroccidental.
Por lo tanto, repito: estamos de enhorabuena. Yo puedo considerarme una privilegiada. En efecto, si bien Margarita publica su libro ahora, hace ya tiempo que va recopilando el léxico de su pueblo natal y de algunos otros pueblos limítrofes, pues en el año 2002 me entregó un pequeño vocabulario sobre Paladín y su contorno, el germen de lo que llama hoy: El habla tradicional de la Omaña Baja (León).
Antes de analizar con la meticulosidad propia de un dialectólogo las características lingüísticas de esta comarca, la autora hace una reseña histórica, social y geográfica de esta comarca, situada en las estribaciones de los Montes de León, en el extremo sureste de la tierra de Gistredo. Siguiendo la orientación ya clásica de la escuela de F. Krüger, Palabras y Cosas, Margarita se adentra en la manera de vivir de los omañeses, centrándose en los campos semánticos tradicionales: salud, vestimenta, comida, bodas, vida doméstica, casa, ciclos del año, y destaca algunas palabras ya desaparecidas o, al menos, en vías de desaparición, con sabor a antaño: andancio, amurmiado, rodao, cachaviello, miruéndanos o morondones, pregancias, aguzos, fozoria, fiacos o follacos, marallos, colubrinas, caburnios, farraspinas o falaspas, etc.
En esta zona omañesa, como en la mayoría de las comarcas leonesas, todavía perviven rasgos del leonés, si bien son cada vez más escasos debido a los factores por todos conocidos: la mecanización de las labores agrícolas, la total escolarización de la población con la consecuente nivelación lingüística, el influjo de los medios de comunicación, etc.
Desde el punto de vista lingüístico el habla de esta zona se inscribe en el límite entre el leonés occidental (conservación de los diptongos decrecientes: veiga, souto, couto; conservación de la f: feder, fediondo, ferrén, fervir, filandero, filar, filera, focico) y el leonés central (reducción de los mismos diptongos: vega, soto, coto; pérdida de la f: hacendera, hartura, hijuela, hila, hijo, hoja, hoz).
Se nos presentan las características lingüísticas de la zona: rasgos fonéticos, morfológicos, sintácticos y peculiaridades léxicas. Como es natural, la autora hace hincapié en la gran riqueza del vocabulario referido a las actividades agrícolas y a la cultura tradicional y completa su estudio con un vocabulario de más de 2.500 voces, 400 dichos populares o modismos, unos cuantos refranes y los topónimos más frecuentes de la región.
El recuerdo es el único paraíso del que no podemos ser expulsados, dice J.P. Richter. Es una de las frases que Margarita ha elegido para figurar en la primera hoja de su espléndido trabajo. Pues, sí, y a este paraíso invito al lector a entrar para gozar de los últimos sabores de su tierra.